Article del blog

Lo que no te dicen cuando te recetan opioides

Cada año, miles de personas comienzan a tomar opioides para aliviar el dolor. Muchas de ellas no saben que lo que empieza como una solución temporal puede acabar siendo una trampa crónica. No se les informa del riesgo real de tolerancia, dependencia, síndrome de abstinencia ni del dolor inducido por el uso crónico del mismo fármaco. ¿Es esto posible?

En los Centros CAF, recibimos pacientes que llevan años consumiendo opioides sin una explicación clara de lo que realmente les está pasando. ¿Quién debería haberles avisado antes?

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

Los opioides nacieron como fármacos para situaciones graves, agudas, postoperatorias o paliativas. Pero a lo largo de las últimas décadas, su prescripción se ha banalizado. Se han convertido en una respuesta rápida ante dolores crónicos, pero sin abordar el origen real del dolor, y sin informar suficientemente de los riesgos a largo plazo.

Es cierto que hay médicos responsables y conscientes que informan debidamente a sus pacientes. Pero también es cierto que muchos pacientes, de manera reiterada, manifiestan que nadie les ha advertido del riesgo de dependencia o del dolor inducido. Esta realidad ha llevado a muchas instituciones sanitarias sensibilizadas con el problema a implantar modelos de consentimiento informado antes de iniciar tratamientos con opioides, para que el paciente tome conciencia de los riesgos reales que conllevan.

¿Más opiáceos, más dolor?

Uno de los fenómenos menos conocidos es la hiperalgesia inducida por opioides. El mismo fármaco que prometía alivio puede acabar haciendo más sensible el sistema nervioso al dolor. Esto no es solo una paradoja, es un riesgo real que muchos pacientes padecen… sin saberlo.

Además, dejar los opioides no es fácil. Se requiere apoyo médico profesional para hacerlo con garantías. El proceso de deshabituación puede generar síntomas de abstinencia, ansiedad, insomnio, agitación, aumento de la percepción del dolor o incluso síntomas que imitan un empeoramiento de la patología original.

Muchos pacientes no pueden diferenciar si lo que sienten es abstinencia o si es que el dolor realmente ha vuelto. Y a menudo, ante el desconcierto, se decide continuar con el fármaco… sin explorar alternativas reales.

Cuando no sabes que tomas un opiáceo

Otra situación preocupante es que muchos pacientes no son conscientes de que están tomando un opioide, porque este forma parte de una combinación farmacológica muy común, o porque se les dice que es un fármaco “débil” o “bien tolerado”.

En España, algunos de los opioides más prescritos en formatos que pueden confundir son:

• Tramadol → A menudo presentado como un analgésico moderado, pero es un opioide.
• Tramadol + Paracetamol (Zaldiar®, Ixprim®, entre otros)
• Codeína + Paracetamol (Efferalgan codeína®, Termalgin codeína®, Codoliprane®)
• Tramadol + Dexketoprofeno (Enanplus®)
• Tramadol + Celecoxib (Velyntra®)
• Tapentadol (Palexia®, Palexia Retard®)
• Oxicodona (Oxicontin®, Targin®)
• Fentanilo (Durogesic®, Matrifen® — en parches)
• Buprenorfina (Transtec®, Buvidal® — en parches)

¿Y ahora qué?

En los CAF apostamos por un modelo diferente: detectar y tratar estructuras responsables del dolor, como la fascia superficial, sin cronificar al paciente a través del fármaco. Afortunadamente, con la Técnica PMS podemos aliviar muchos dolores crónicos, mejorando la funcionalidad del paciente y evitando a menudo la necesidad de recurrir a opioides.

No se trata de demonizar ni estigmatizar los opioides, sino de ponerlos en el lugar que les corresponde: una herramienta útil en situaciones puntuales, no una cadena perpetua para quien sufre dolor crónico.

💬 Abramos el debate:

• ¿Se da suficiente información a los pacientes antes de comenzar tratamiento con opioides?
• ¿Es ético cronificar a una persona con un fármaco que puede empeorar su dolor?
• ¿Qué alternativas reales está ofreciendo el sistema sanitario a estos pacientes?
• ¿Debería hacerse firmar siempre un consentimiento informado antes de comenzar un opiáceo?